Llegamos a Grecia. Tomamos tierra en el país de Sócrates, Aristóteles, Leónidas… La imagen de monasterios en una enorme roca me perseguían desde hace tiempo y no pude evitar planificar parte del viaje en torno a verlos en persona.

Comenzamos nuestro viaje cogiendo un pequeño coche alquilado en autounion y ponernos rumbo hacia el norte, nos esperan 4 horas de camino hasta Meteora, pero para evitar el cansancio paramos a mitad de camino justo muy cerca de las Termópilas ¿cómo empezar mejor?

Pasamos la noche en el pueblito de Kamena Vourla en un pequeño hotel con vistas al golfo de Malí. Comemos nuestro primer gyros que nos sabe a gloria, aprendemos a pronunciar «tzatziki» y nos vamos a dormir felices por volver a estar en un país diferente, esto es un aperitivo, esto es Grecia

Tras disfrutar de un abundante desayuno griego, ponemos rumbo a Meteora.
Por supuesto al estar cerca de las Termópilas, no podemos hacer otra cosa más que parar en este mítico enclave donde tuvo lugar la famosa batalla entre los 300 espartanos de Leónidas( y se cree que unos 4000 griegos) contra las fuerzas de Jerjes.

Actualmente este lugar llamado así «fuentes calientes», debido a sus numerosos manantiales naturales de aguas termales, está cambiado respecto a la época en la que tuvo lugar la batalla (489 a.c). Los sedimentos y la bajada del nivel del golfo hacen que el estrecho paso de las Termopilas … ya no lo sea tanto.


El sitio no está especialmente señalizado y solo lo verás si lo buscas. Una estatua a Leónidas, un museo y al otro lado de la carretera el montículo «Fortified Hill of Kolonos» donde encontraron cientos de flechas y huesos, es decir, donde creen que murieron las últimas fuerzas espartanas.

Nos ponemos en ruta y tras 2 horas por las largas y rectas autopistas griegas, llegamos a Meteora.
Según nos acercamos al pueblo de Kalambaka ya se empiezan a dibujar las grandes formaciones rocosas sobre las que los monjes erigieron sus monasterios. Μετέωρα Μοναστήρια, es decir; en español, Monasterios suspendidos del cielo, Monasterios suspendidos en los aires o Monasterios en el cielo.

Actualmente solamente quedan 6, llegó a haber 24 monasterios, esto es debido a que fueron en gran parte destruídos durante la Segunda Guerra Mundial  por las tropas alemanas.

Estos monasterios ortodoxos se encuentran a unos 600m de altura y están habitados desde el siglo XIV. Desde luego cuando te imaginas como debían acceder hace siglos a estos edificios, entiendes que fuese un lugar de retiro espiritual. ¡Nada más cerca del cielo y tranquilo!

El coste para visitar los monasterios es 3€ la entrad(cada uno) , si no llevas las piernas u hombros cubiertos te proporcionan ellos unos pantalones/pareos. Nosotros visitamos el más grande y fue espectacular, las iglesias ortodoxas me siguen pareciendo sobrecogedoras con esos inmensos mosaicos. El resto de monasterios los vimos por fuera (los horarios de apertura cambian y alguno estaba en obras).

Tras un paseo por las alturas y disfrutar de ese lugar impresionante, el cielo se abrió y comenzó a llover con toda la fuerza posible. Las calles de kalambaka se desbordaron y aprovechamos para descansar en nuestro encantador hotelito a los pies de las montañas (Alsos House)

Cuando la tormenta amainó nos aventuramos, a riesgo de que volviese a caer un buen chaparrón, a hacer la subida desde Kalambaka (justo desde la plaza donde estaba nuestro hotel) hasta el Monasterio de la Santísima Trinidad por una ruta bastante sencilla aunque todo cuesta arriba, así que con calma.

Después de esta caminata (unos 40 min subir y otro tanto bajar) nos teníamos la cena bien ganada. Buscamos algunas referencias por internet y finalmente nos acercamos al restaurante Valia Calda en el centro del pueblo. Comida casera de toda la vida, buenísima y a buen precio. El hombre que nos atendió fue muy atento y nos recomendó los platos de la casa, si vais no dudéis en premiar a vuestro paladar con una visita a este restaurante.

Se acababa nuestro día en Meteora, preparamos las maletas y tras dormir soñando con castillos en el cielo … ponemos rumbo de nuevo el aeropuerto de Atenas para continuar nuestro viaje hasta Santorini.

Dejamos atrás Meteora con la sensación de haber estado en un lugar único en el mundo y digno de visitar una vez en la vida.

kaló taxídi!