Volvemos a poner pie en el aeropuerto y esta vez nos vamos a Fuerteventura, una de las 8 Islas Canarias que todavía no conocemos. Volvemos a este archipiélago con el recuerdo agridulce del viaje a Gran Canaria y el deseo de que nos sorprenda y enamore como Lanzarote y La Graciosa.
¿Lo conseguirá? Allá vamos.

Uno de los principales aciertos fue el haber alquilado una autocaravana a través de yescapa. Sabíamos que la isla era grande, pero una vez allí nos damos cuenta de su tamaño real y de las distancias entre los distintos lugares. Seguramente si vas a un hotel o bien te pasarás medio día en coche, o bien te perderás mucho de este lugar.

Recogemos la autocaravana, de un tamaño perfecto para manejarla por la isla y amplia para revolvernos 2 personas en ella. Nos ponemos en marcha y comienzan 5 días en Fuerteventura.

Día 1

«Damos comienzo a esta singladura con viento de NE …» así seguramente abrirían en su cuaderno de abordo mis abuelos este nuevo viaje por comenzar. Fuerteventura nos recibió con un fuerte viento que amainó con el paso de los días sin irse totalmente. En esta isla tendrás que aprender a adaptarte a esta condición si quieres disfrutar de las playas.

A pesar de que el viento era del NE decidimos comenzar por la mitad norte el viaje, ya que esta zona está más cerca del aeropuerto. Tras un buen madrugón para coger el avión, no nos apetecía hacer algo más de una hora conduciendo hacia el sur.

Nuestra primera parada (tras hacer la compra pertinente para estos días) es las Dunas de Corralejo, el paisaje volcánico se convierte en una carretera que la arena trata constantemente engullir. Las dunas invaden parte del arcén, el viento ayuda a esta incursión , claro.

Paseamos por esta enorme playa sin fin, vemos los primeros kitesurfers y al resguardo de uno de los socos que hay en la playa del Moro nos paramos a disfrutar los primeros rayos de sol (después de un peeling de arena en las piernas).

Tras este merecido descanso post-viaje,nos ponemos rumbo al pueblo de El Cotillo. Donde predominan las tiendas y escuelas de surf. Damos un pequeño paseo por la costa hasta un fortificación defensiva del siglo XVII típica en la costa canaria (según reza el cartel que la identifica).
Justo en frente nos sentamos a comer en el Restaurante «Roque de los pescadores» ,nos decantamos por un delicioso pescado dl día y, por supuesto, papas con mojo. Precio muy razonable y comida rica.

Damos un paseo por la playa de El Castillo, volvemos a encontrar un soco en el que resguardarnos y disfrutar del momento. El sol reflejado en el mar que ruge, nos das unos segundos de paz antes de que comience a llover ligeramente y nos movamos de sitio.

Acabamos la tarde paseando por la espectacular playa de el águila, bajando la gran escalera que discurre por las paredes cortadas verticales de esta zona. El primer día nos regala un maravilloso atardecer en una playa infinita.

A lo largo de la costa, discurre una carretera de tierra por la que se puede ir bien en coche o autocaravana y donde veréis mil sitios propicios para parar a dormir. Nosotros elegimos una explanada juntos la playa de. Jarubio. Primera noche con viento atroz y el sonido de mar de fondo al resguardo de nuestra caravana.

Día 2

Comienza un nuevo día y seguimos con viento NE.

Nos ponemos en marcha y decidimos ir rumbo a Betancuria, primer asentamiento europeo de las isla. Recibe este nombre por Jean de Bethencourt, uno de los líderes de la conquista de las islas.

Tras recorrer unas carreteras llenas de curvas llegamos hasta el mirador de Guise y Ayose (antiguos reyes de los 2 reinos en los que se dividía Fuerteventura antes de la conquista). Desde aquí se contempla el norte de la isla y el espectacular valle de Betancuria.

El paisaje parece sacado de una película con una tierra rojiza que solo termina cuando lega al mar. Por supuesto, hacía un viento tremendo por lo que no nos quedamos mucho rato.

Seguimos carretera abajo, curva va y curva viene hasta llegar al Valle donde se asienta Betancuria.

Se trata de una pequeña población, que nos recuerda a otras como Teguise en Lanzarote (pero en pequeñito). Recorremos su plaza de casas blancas y vegetación, presidida por la Iglesia la Concepción.
La entrada a la iglesia cuesta el donativo de 1,5€ , paseamos por su interior y visitamos el museo de arte sacro.

No se trata de un lugar espectacular, pero vale la pena visitarlo por su historia.

Rumbo hacia la parte sur de la isla recorremos esta impresionante carretera de montaña con varios miradores en los que hacer paradas. Nuestro destino, antes de comer, es Ajuy. Población situada entre dos barrancos , con pocos habitantes y un par de bares junto a su playa de arena negra. El principal atractivo de este lugar son las Cuevas de Ajuy.

La «ruta» hasta estas cuevas es un paseo de unos 15 minutos, hasta llegara ellas y ver en persona lo que a fuerza del mar y el viento pueden hacer.
Si quieres caminar más rato, puedes recorrer la parte superior los acantilados más allá de donde alcanza la vista.
Un dato curioso es que Ajuy es de los pocos lugares en lo que se puede ver la corteza oceánica tal y como se formó hace unos 70 millones de años. Estas cuevas están consideradas Monumento natural y seguramente unos ojos expertos en geología, disfrutarán mucho más todavía de la visita.

Tras una parada técnica a tomar algo en uno de los bares del puerto, vamos hasta Tiscamanita a repostar, llenar de tanque de agua y comer.

Aprovechamos la cercanía de la Caldera de Gairia para ir caminando hasta este punto de uno de los volcanes. No encontramos exactamente el punto de partida de la ruta ( o al menos el que ponía en wikiloc ) y echamos andar desde el campo de tiro que hay cercano.

La subida es complicada en algunas zonas ya que la tierra puede hacerte resbalar ( y más todavía a la bajada, mejor ayudarse con las manos). La vista de la caldera en sí no nos pareció especialmente increíble, pero desde esa altura el paraje llano de la isla, con algunas de las montañas al fondo, es realmente impresionante.

Subida hacia la caldera


¿Estamos en Westworld? eso llegué a pensar en algún momento.
Fuerteventura está llena de lugares totalmente solitarios, vacíos de cualquier rastro de que pase alguien por allí con frecuencia. Si buscas paz y tranquilidad, desde luego este puede ser tu lugar.

Como el viento sigue azotando nos escapamos a la zona sur , Morro Jable. Población muy turística, según entramos vamos viendo los típicos Irish pub, happy hour… No es lo que buscábamos, pero al menos pudimos estar un rato tranquilos en la playa.

Cenamos en el restaurante San Borondon, que pintaba por su aspecto desde fuera como el único «no guiri» de la zona, pero aún así fue un poco decepcionante. Pescado rico, servicio pasable, pero no tenían mucho más que valiese la pena. Nos quedamos con ganas de probar a cenar en Restaurante Faro Morro Jable que tenía muy buen pinta, pero no había mesa disponible.

Hacemos una pequeña expedición nocturna, pero no conseguimos encontrar ningún sitio protegido para dormir. Finalmente nos decantamos por dormir en el paseo marítimo, cerca del faro. No es un lugar idílico, ¡pero al menos la autocaravana no se movía con el viento!

Día 3

Despertamos en la paseo de Morro Jable ¡hace sol!, se nota la calma y caminamos hasta el Faro situado en una playa infinita de arena blanca, la playa de el matorral de unos 4km de largo.

Con google earth nos ponemos a buscar una playa resguardada en la que pasar la mañana y elegimos la playa de los enamorados.

Tomamos la carretera hacia Punta Jandía, ¡por los pelos pudimos pasar! ya que justo ese día se celebraba la Jandia Bike , un carrera de ciclismo que tenía cortada a carretera de 10 a 14. Siguiendo, un poco a ojo, el camino que nos marcaba maps aparcamos en una de las pequeñas explanadas a un lado de la carretera, vemos el paso de a carrera mientras desayunamos y luego nos echamos a andar.

Guiándonos a ojo por el satélite caminamos por el medio de la llanura rojiza que nos rodea en busca de lo que pinta ser uno de los lugares que más nos van a gustar del viaje.


Finalmente encontramos la pequeña cala, bajamos por el pequeño barranco y pasamos la mañana totalmente solos. Hay que tener cuenta las mareas, ya que al mediodía cuando nos íbamos prácticamente había desaparecido la arena. Os dejo la ubicación marcada en el mapa final.

Un lugar espectacular en el que nos sentimos como Robinson Crusoe en nuestra propia isla perdida.

Para terminar el día (después de comer en la autocaravana y dar un paseo por Morro Jable) nos acercamos hasta la playa de Sotavento, plagada de kitesurfers ya que aquí en donde se celebran campeonatos internacionales de kite y windsurf. Nos sentamos a leer tranquilamente en una duna cercana a la laguna, un sitio digno de ver por su peculiaridad. Realmente la playa de Sotavento son 5 playas, todas cambiantes según las mareas, según el día te encontrarás con la laguna o con diferentes lenguas de arenas. Un paisaje en constante cambio.

Dormimos en el aparcamiento/explanada de la playa, tranquilos y resguardados.

Día 4

La playa de Cofete, en el parque natural de península de Jandía, era el único lugar al que no podíamos acceder con la autocaravana (nos lo dijeron específicamente). La «carretera» hasta esta enorme playa de 14 km de largo es una continuación de un sinfín de curvas, en un pavimento de tierra de estrechas dimensiones.

Así que en este 4º día nos ponemos rumbo la estación de guaguas de Morro Jable. Para llegar a la aislada playa hay dos buses de ida y dos de vuelta en el día, en un «autobús» que más bien parecen camión todoterreno del ejército.

Os recomiendo llegar pronto ya que se forma cola rápidamente y las plazas son limitadas. No se pude comprar billete de ida y vuelta, así que estás con la tensión de poder quedar a la vuelta sin hueco en el bus (hay gente que hace la ruta andando/corriendo para ir y lo coge para volver).

El precio por trayecto es de 8,7€ y los horarios de ida son a las 10 (el que cogimos nosotros) y a las 13h. Para volver desde Cofete pasa el bus a las 12.45 y a las 16.45 , con este mismo bus se puede ir hasta Punta Jandía.

Una vez estamos montados y vemos como la carretera va empeorando según se coge el desvío hacia Cofete, agradecemos el no habernos aventurado a hacerlo nosotros. Así que en la comodidad (y la altura) del autobús disfrutamos de este trayecto con unas vistas espectaculares.

Tarda algo menos de 1 hora en cubrir el tramo de Morro Jable a Cofete, así que llegamos un poco antes de las 11. El viento sigue soplando con mucha fuerza, damos un paseo por esta preciosa playa un verdadero paraíso natural. Veréis que no recomiendan el baño por las fuertes corrientes. , así que preferimos evitarlo.

Nos entra la duda de si acercarnos a la Casa Winter, de la que hemos leído y visto vídeos sobre su historia ( o supuesta historia) relacionada con los nazis. Habíamos estado investigando a raíz de ver distintas declaraciones del que ahora es su «habitante», Pedro Fumero, el cual pretende destapar toda esta historia en pleno rifirrafe con el cabildo y demás administraciones.
Sin embargo, también habíamos leído que no siempre recibe a la gente así que finalmente decidimos ahorrarnos la caminata hasta esta misteriosa casa.

Os recomiendo como mínimo leer un poco de su historia y la leyenda que la rodea e intentar sacar vuestras propias conclusiones. Desde luego, ver una casa en un lugar tan aislado impone y sorprende a partes iguales.

Tras comer en la playa, finalmente decidimos volvernos en el autobús de las 12.45 y pasar la tarde en un sitio más tranquilo y resguardado del viento.

Pasamos la tarde en la Playa del Mal Nombre, con unas impresionantes aguas azul cristalino. Muy tranquila, y con varias zonas para resguardarse tranquilamente del viento y poder tumbarse a leer o tomar el sol. Además esta playa dispone de baños, duchas y un chiringuito.

Para terminar el día nos dirigimos hasta La Pared donde vemos un maravilloso atardecer, los colores anaranjados reflejan en el mar mientras las olas rompen en sus acantilados. Un lugar modelado a la merced del oleaje y el viento, un espectáculo de la naturaleza.

La pared toma su nombre del muro de piedra que recorría de costa este a costa oeste, por este lugar que se trata del más estrecho de la isla, dividiendo Fuerteventura en dos partes.

La Pared

Junto a esta playa nos encontramos un chiringuito donde decidimos cenar, Caretta Beach La Pared, comida rica y a buen precio con un servicio muy amable. Ya es tarde por lo que aparcamos la caravana junto a la playa y nos disponemos a pasar la última noche en Fuerteventura.

Día 5

Despertamos en esta preciosa playa y no podemos más que dar un paseo mañanero para disfrutar desde bien pronto de la naturaleza que nos rodea.
En este sentido, Fuerteventura es un lugar espectacular, lleno de lugares en los que estar solo y apreciar todo lo que nos rodea. Parar y dejar el ritmo del día a día atrás.

Nuestro objetivo para el´ ultimo día es comer algo típico de esta isla, el cabrito.

Por lo que ponemos rumbo al norte donde habíamos leído buenas recomendaciones sobre varios asadores.

De camino paramos en Caleta de Fuste, una playa cercana al aeropuerto. Muy tranquila, típica playa familiar ya que no hay oleaje ni corrientes, muchos resorts y bares cercanos. Típica la «turistear».

Tras esta pequeña parada, seguimos hacia el norte ( la isla es muy larga y veréis que los trayectos siempre son de bastante tiempo). A media hora en dirección norte desde Caleta, encontramos La Oliva. Una pequeña población donde paramos a comer en el asador El Horno.

Comemos un cabrito al horno deliciosa, berenjenas, ensalada , bebida y postre por 54€.
El lugar está hasta la bandera lleno de gente, tanto turistas como gente de allí comiendo en familia. Nos gustó mucho.

Según volvemos hacia el aeropuerto cruzamos por el interior para ver algunos otros pueblitos y se ve la diferencia de esta parte con el sur. En la zona norte parece que hay más pueblos de gente autóctona, menos cosas para el turista extranjero y parece más auténtico.

Ya nos quedan pocas horas y tenemos que ir a hacer esas cosas que tocan con una autocaravana… vaciar aguas grises y sí, aguas negras.

Nos subimos al avión con un sabor de boca raro, no agridulce pero diferente a cuando visitamos Lanzarote.
¿No nos gustó Fuerteventura? No diría eso, pero sí que es una isla muy condicionada por el clima.
Ya que su gran atractivo son sus enormes playas, por lo que si no puedes estar por el viento , estarás limitado en lo que vayas a hacer. Además sus tamaño hace que si te mueves mucho, puedas pasar muchas horas en la carretera.

Lanzarote, dispone de mayor número de atracciones culturales (todo lo que Manrique creó en la isla por ejemplo), pueblos realmente encantadores, mercadillos, y por supuesto ir a visitar La Graciosa.

Sin embargo Fuerteventura, a pesar de su belleza salvaje, está más limitado en caso de no hacer un buen día.
De todas formas, las dos son perfectas opciones para una escapada. Ahora mismo ,estando a 10ºC en la península, no me importaría teletransportarme a nuestra isla perdida en la playa de los enamorados.

Y tú, ¿ te apuntas a perderte en Fuerteventura?