A unos 10 kilómetros de la costa de Peniche se encuentran la Reserva Natural de las  Islas Berlengas ¿no las conoces? Pues este es tu post para animarte a descubrirlas.

Nosotros las «encontramos» por casualidad leyendo algún artículo por internet y la única persona conocida que nos supo hablar un poco de ellas y de su historia fue mi padre. Nos  pareció muy interesante y nos animamos a ir a este paraíso insular este verano durante una pequeña escapada al país luso.

Peniche es una pequeña población pesquera a 1 hora al norte de Lisboa, unas 2 horas si vas desde Oporto. En su puerto hay varias empresas que fletan barcos hacía la isla «Berlenga grande».

Por lo que leímos decidimos llevar reservado el viaje a través de internet y fue buena idea, ya que al llegar nos encontramos con que a pesar de haber bastantes empresas todas tenían todos los tickets vendidos para ese día.

Nosotros fuimos con Viamar a través de su web puedes reservar el viaje pero el pago lo realizas media hora antes al retirar los tickets, 22’5€ por adulto.

Berlengas

Hay dos posibilidades: navegar a las 9.30h de la mañana y volver a las 16.30h o ,como hicimos nosotros, salir a las 11.30h y volver a las 18.30h. De todas formas, si crees que un día no te resultará suficiente para disfrutar de la isla, o si quieres experimentar el dormir en una pequeña isla, existe la opción de pernoctar allí y volver al día siguiente.

Existen 3 tipos de alojamientos distintos: Hotel, camping o en el Fuerte de San Jorge , tú eliges. Para más info puedes visitar esta web «Alojamiento nas Berlengas».

Llegamos a las 10.30h a Peniche y aparcamos en una gran explanada antes de el puente que cruza hacia el centro de Peniche, el aparcamiento es gratuito.

Cuando estábamos a punto de embarcar nos explican que por mal tiempo y por el oleaje el barco no va a salir. Nos llevamos un chasco grande pero poco podíamos hacer… en la oficina nos devuelven a todos el dinero y nos ponemos a revolotear por la oficinas de otras empresas sin embargo están todos los barcos llenos hasta el día siguiente.

Pasada media hora vemos algunas personas acercándose al barco de Viamar, que estaba tracado en el muelle, y subiendo. Preguntamos y nos comentan que «a aquellos que quieran finalmente sí se les llevará» ¡qué ilusión! El viaje hasta Peniche no iba a ser en vano.

Volvemos a pagar los tickets ,con el mismo dinero que nos habían devuelto, y nos subimos a la embarcación. En cuanto subimos vemos que vamos menos de la mitad de los que hacíamos cola a las 11 y uno de los tripulantes empieza a darnos muchas órdenes.

No nos dejan sentarnos arriba fuera, nos recomiendan ponernos atrás para «no notar mucho el oleaje» y reparten bolsas de plástico ¿os podéis imaginar para qué?

Ante mi cara de sorpresa el hombre me dice «es mejor que la cojas» , estupendo …. pensé yo.

Zarpamos hacia las islas y empieza el peor viaje en barco que haya hecho nunca.
Muchísimo oleaje, el barco se mueve hacia los lados, las olas tapan las ventanas … incluso empieza a entrar agua desde la parte de atrás. 

Lo que al principio eran risas y algún chillido se convierte en silencio. Ni en misa la gente está tan callada. A la media hora se empiezan a ver los primeros viajes al baño, gente amarilla (pero no un tono amarillito , no, amarillo limón de los pies a la cabeza) y poco a poco vamos notando que nos flaquean las fuerzas.

Óscar no tuvo otra idea mejor que mirar en google maps nuestra ubicación y vemos que estamos como a mitad de camino, no quedaba nada amigo.

Un viaje para no olvidar y que a falta de unos quince minutos me hizo perder la entereza y probar la bolsa de plástico. Toda una experiencia.

Cuando tocamos tierra parecía aquello un capítulo de The Walking dead. Óscar me decía «mira que playa más bonita» y yo «sí, sí, pero espera que me siento para verla»

islas berlengas

ISLAS BERLENGAS
«Mar en calma non fixo mariñeiro»

Tras un rato de mal cuerpo todo se pasa y pienso ¡ que ya estamos aquí !

La Isla Grande es la única habitada del archipiélago y junto al puerto se encuentra el pequeño barrio de marineros que viven allí. También en esta parte de la isla se encuentra un bar, un restaurante y el camping.

ISLAS BERLENGAS
Barrio marinero y puerto

 

En el puerto comienza la subida desde donde podremos apreciar las espectaculares vistas de las que disfruta la gente que se queda a dormir en el camping , quizás para otra vez nos lo pensemos.

ISLAS BERLENGAS

Tras unos cinco minutos de subida se llega a la zona donde se sitúa el faro de la isla al cual no se puede acceder y caminando unos 10 minutos más llegamos al Fuerte de São João Baptista A nosotros fue lo que más nos gustó.

¿No os parece digno de Juego de Tronos?

Un lugar idílico en el que te puedes quedar a dormir y donde nosotros comimos. Rodeado de aguas cristalinas, pequeñas calas solo accesibles con barco y unido a tierra por un puente que ha resistido los años. ¡Solo por verlo merece la pena el viaje!

Fortaleza Ilhas Berlengas

La fortaleza data del  siglo XVII y se construyó porque las Islas eran un punto importante para defender de ataques la costa portuguesa. De hecho aquí tuvo lugar la «Batalla de las Islas Berlengas» en junio de 1666. Veinte soldados atrincherados en el fuerte resistieron el asedio de 16 buques de guerra españoles, la abandonaron cuando se quedaron sin munición pero valió para mermar al ejército español ¡épico!

 

 

La entrada es gratuita y además de poder tomar algo en el bar que hay dentro puedes recorrer sus murallas, pasear por los pasillos donde se encuentran las habitaciones y ver una exposición sobre las historia de las islas.

islas berlengas
Vigilando los territorios de ultramar

A lo largo de toda la isla existen rutas para rodearla y conocerla a fondo . Si no tienes suficiente con caminar, puedes contratar una excursión en barco o kayak y ver todos los puntos interesantes, incluida la formación rocosa en forma de «cabeza de elefante» que solo se puede apreciar desde el mar (nosotros la vimos a la vuelta).

 

 

Aunque ya me encontraba mucho mejor que al bajar del barco, tampoco tenía el cuerpo como para hacer una ruta muy grande. Así que nos fuimos a la playa a darnos un baño y concienciarnos para el paseo en barco de vuelta.

El agua en esta zona está muy fría (y lo digo aún a ser de Atlántico) de hecho la mayoría de los niños de allí estaban bañándose con neopreno, pero el calor ayudaba así que disfrutamos de unas horas en esta cala en un entorno espectacular.

 

islas berlengas

 

A falta de media hora de que tuviésemos que coger el barco éste llegó y presenciamos algo curioso: una cadena humana de vecinos bajando unos 30 , o más, paquetes de El Corte Inglés, además de leche, agua y demás víveres que supusimos luego reparten entre los vecinos.
En un momento se dispusieron todos a lo largo de la cuesta hasta las casas y repartieron toda la mercancía por el barrio, desde allí nos despidieron (y nos hicieron un calvo unos cuantos) y volvimos hacia Peniche en un travesía que no tuvo nada que ver con la de ida.

 

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el barco-correo

Ya empezaba a anochecer cuando llegamos a Peniche y tocamos tierra con la sensación de haber pasado el día en un lugar espectacular. Si vas a estar por Portugal,  no dudes en visitarlas ¡seguro te encantarán! (aunque tengas que usar la bolsa de plástico)

Até logo!